martes, 22 de junio de 2010

Y se fue..

Él iba siempre caminando por la misma calle, se topaba con la misma gente, doblaba donde mismo y nada parecía cambiar en su vida. Su sombrero marrón combinaban con su traje del mismo tono, una bufanda adornaba su cuello y se tapaba la boca con ella. Corría un viento cálido, un otoño sin mayores tristezas.

Nunca le gustó que la gente lo mirase, incluso cuando conoció a su mujer, le molestó que ella se le acercara, tocara su hombro, y en fin, lo que siempre ocurre luego.

Pero esta vez sentía algo diferente, seguía sus propios pasos, pareciera que ya el cemento tiene sus huellas marcadas, siente unos ojos mirándolo. Dirige la mirada hacia el suelo, un perro, de los típicos quiltros lo observaba atentamente, la primera palabra fue extraña. No era un guau, era más un hola, un como estás, seguido de un como está la familia, luego de un chao y nos vemos después, te espero en mi casa.

No comprendió nunca eso, hasta el último día de vida, cuando su mujer tomó su mano y ambos dejaron el mundo para siempre. SU VIDA SE FUE COMO ESE PERRO QUE SE ACERCÓ, NO FALTÓ NADA PARA PODER ENTENDER A QUE SE REFERÍA AQUEL ANIMAL.

UN TE QUIERO, UN LO SIENTO, UN GRACIAS, ES ESO LO QUE SIEMPRE NOS DIRÁ EL PERRO DE NUESTRAS VIDAS, QUIZÁS DOBLANDO POR UNA CALLE TE ENCUENTRES CON ÉL, TE SALUDARÁ Y SABRAS QUE TU VIDA HA VALIDO LA PENA, TAL COMO LO PENSÓ AQUEL VIEJO CON SU BUFANDA Y GORRO MARRÓN CUANDO SE ALEJABA DEL MUNDO JUNTO A SU MUJER.

María Oyaneder

Porque siempte escribo cuando tengo pena, eso no lo sé, y tampoco sé porque tengo pena. .....
No entendí ni lo que escribí.

miércoles, 2 de junio de 2010

Porque después de todo, así es la vida

Se pasea por los campos, las playas, las ciudades, las montañas. Se pregunta el porqué de las cosas, nunca nadie le ha respondido. Se le ha pasado por la cabeza tantas veces la idea de matarse, pero siempre hay una razón para no hacerlo. Algún “alguien” llega y estropea sus planes, le habla de su problema y lo solucionan, y vuelve a quedarse solo.

El viento es su mejor amigo, el sol es su padre y la luna es su amante, como verás no tiene grandes expectativas con la sociedad. Nunca ha creído en un gobierno, le estremece la idea de seguir en un trabajo, pagar impuestos, creer en que una persona de terno y corbata puede solucionar sus problemas.

No creas que nunca perteneció a una sociedad, su madre y padre lo criaron en un pueblo, pequeño, muy diminuto para nombrarlo, con solo decir que había una iglesia y eso era todo lo público que existía. Sus padres lo amaron, lo vieron crecer, pero algo veían de malo en él; se paseaba solo por entre las flores, tomaba todos los libros y se los devoraba, y en la noche se dedicaba a cantar y a escribir sus memorias del día. Lo creyeron loco, los pocos niños que habían en el pueblito se las pasaban jugando con sus pequeños autos de carrera, gritaban todo el día, se movían de un lugar a otro y estaban por más de 15 horas despiertos cada día. Extrañados sus padres, hablaron un día con él, le dijeron que cualquier problema que tuviera, confiara en ellos. Él les respondió con una sonrisa, los abrazó y señaló que nada había de malo, que su vida era perfecta como estaba. Ellos más tranquilos, siguieron con su día a día, pasaba el tiempo, y su hijo ya no era un niño, si no, un joven, un hermoso ejemplar de juventud que seguía recorriendo pasajes solitarios, tatareando una canción desconocida.

Seguían pasando los años, los niños del pueblo eran mayores, se iban del lugar con sus parejas y hacían familia. Los padres del joven solitario, extrañados porque su hijo aún no conseguía pareja, un día le preguntaron qué pasaba. Él no dijo nada, los miró extrañado por esa pregunta. Luego sin decir palabra, los abrazó y les dijo que los amaba.

Pasaron años, los árboles seguían creciendo frondosos, el invierno pasaba sin tocar este pueblo y el sol brillaba cada día más.

Un día de aquellos, un hombre llegó al pueblo, vestía elegante, con un maletín en la mano derecha y en la izquierda un pañuelo. Pasó a la iglesia a conversar con el pueblo. Decía que algo impresionante estaba a punto de llegar al pueblo, el gobierno eligió al lugar como monumento nacional y miles de turistas llegarían a veranear. La gente se alegró mucho, la tecnología por fin tocaría la puerta de sus casas y ya nada les faltaría. Si el gobierno toma atención a sus problemas siempre vivirían felices.

El hombre le pasó una hoja al párroco, quien la hizo pasar a cada uno de los habitantes para que entendieran porque pasaba esto y como serían las cosas de ahora en adelante.

Cuando le tocó el turno al joven solitario, leyó con atención cada palabra, la hoja la veía gris y sin brillo, al igual que los ojos del hombre de terno. Miró molesto a la gente, su madre; que ya estaba vieja, le pidió que le explicara de qué se trataba y porque estaba tan molesto. Él la observó, tomó su mano, luego abrazó a la anciana y le dijo que la amaba, lo mismo hizo con su padre.

Esa tarde salió de la capilla; todos terminaban de firmar el pacto con el hombre de negro, recorrió por ultima vez esas calles y escapó con lo puesto, con una canción pegada a sus suelas, un libro sus manos y una historia que contar.


María Oyaneder


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Especialmente me gustó lo que escribí, no puedo decir que es un cuento, pero es bueno.
Sólo necesitaba expresar lo que sentía para dejar de sentirme vacía, si tengo los implementos para crear, porque no hacerlo.

martes, 1 de junio de 2010

Hablando de la vida.

-Hablemos un poco de tu experiencia-

-Lo siento no tengo ganas de hablar-

-Claro, porque tu idea de planetas te está llevando a no entender que el universo es inmenso y tienes miedo de que todo se acabe ya-

-No entiendo tus palabras-

-No quieres entenderme, eres demasiado ingenua-

-No lo soy, tengo tanta cabeza como tú-

-Que malinterpretas las palabras, pequeña-

-Cállate, déjame sola-

-No puedo, y no quiero, es una sensación extraña la que siento contigo-

-Si en realidad te importo, ándate ya-

-No me puedes expulsar de tu cabeza y tu corazón, los tienes muy duros-

-De algún modo te sacaré y no sabré más de ti-

-Te dolerá-

-Lo sé-

-Tus pensamientos te llevan al suicidio-

-También lo sé-

-Eres idiota-

-También lo sé-

-No lo hagas, por favor-

-No me dejas alternativa-

-Eres tan joven, no lo eches a perder todo-

-Lo puedo hacer, tú ya no me sirves, sin tu ayuda ya no soy nada-

Se fue, ya no está, no la busquen, y tampoco a él. No los encontrarán.

Si sales a la calle verás pequeños carteles con sus rostros, impregnados de preguntas ¿Los has visto?, ¿Tienen idea de lo que es perder a una hija?, ¿Se encontrarán alguna vez con ellos?.

Yo respondo todo aquello, una simple prueba de sinceridad diría así:

Claro, si los he visto

Si, las hijas vienen al mundo y se van para dejarte solo.

Yo ya me encontré con ellos, paseando por un pequeño pueblo de Chile, en el sur, tienen una pequeña casa, tratan de ser felices.

María Oyaneder

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Cambie el link de la página, siempre se me olvidaba y no lo podía anotar.

Trataré de seguir escribiendo todos los días.

Ayer empecé a dibujar el boceto del cuadro que quiero hacer de The Beatles, espero que me quede bien.

Quiero demostrarme que puedo hacer las cosas que me gustan sin aplazarlas más.