miércoles, 29 de septiembre de 2010

A la amistad.

Se dejó caer como un saco de papas, como un ladrillo en el mar, como una pluma al viento, como sirviente a servidor, como lágrima en los ojos, como una ausencia a la soledad, como mi cuaderno de cuentos al suelo sucio de una calle oscura, y se perdió para siempre.

No temió en equivocarse, era una de las pocas veces que lo hacía, quiso cometer error tras error. Miró el cielo alejarse, no dijo nada, se quedó callado, estaba en buenas manos.

La quise rescatar con las pocas fuerzas que me quedaban, pero nada valió la pena; ni un canto a la alegría ni una cuerda con poemas.

La veía alejarse, pero no pude hacer nada.

Se fue, ya...ya no está, quiero seguir llorando por siempre, pero siempre es mucho tiempo, me dice en la cabeza. Creo que no se fue del todo, sigue aquí, mirando con aquellos ojos oscuros cada movimiento, cada rasgo de la vida, cada insecto posado por allí. La sigo escuchando, como lentamente respira, la oigo ladrar; lo sé, es en mi corazón…sus ladridos seguirán siendo oídos por cada quién la amó.

Si te llego a sentir, no te vayas, si te llego a ver, eso quiere decir que estamos al otro lado las dos, y todo volverá a ser lo mismo.

María Oyaneder

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Es personal, es triste, emotivo. No podía despedirme así sin más. Los que me conocen saben que pasó. Les dedico este cuento a todas las personas que han tenido que tomar esa difícil decisión, de tener que sacrificar a su mascota. Se lo dedico a la Pelusa, que sigue aquí…y no puedo evitar llorar por esto…ya...ya...basta.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Que sueños, que sueños

Y el tema era el siguiente.
Se estaba promocionando un nuevo artículo en el canal de compras, ya sabrás, eso no lo ve nadie; solo la gente ociosa que no tiene nada que hacer y bueno, eso podría ser entendible.
Un hombre, llamado Roberto de 20 años estaba haciendo zaping con su control remoto y algo lo hizo detenerse en este famoso canal (que no vale la pena mencionar como se llamaba dicho canal).
Sus ojos quedaron muy abiertos, viendo el producto que mostraban.
Quiero que te imagines bien esto que vendían, trata de verlo en tu mente y te darás cuenta de lo fascinado que quedó Roberto al mirarlo por primera vez.
Unos anteojos negros, que parecen muy normales, con marcos delgados, un vidrio transparente; pero algo debía tener para que causara tanta emoción. Encima de los lentes unas letras coloridas decían: ¡¡¡Compre ahora, este maravilloso lente, que lo llevará a ver cosas inimaginables!!!
Luego aparecían personas usando los anteojos, estaban felices, nunca jamás irías a ver a un ser humano más alegre que aquel. Tomaban a sus perros y los besaban.
Los sueños se podían hacer realidad con esos aparatos.
No estaba caro, pensó Roberto, dejando de estudiar en la Universidad podría comprarlo y ser feliz para siempre.
Llamó al número que señalaban en la ventana llamada TV, una señorita de dulce voz le contestó. Él fascinado le declaró que quería uno de esos anteojos, que se lo enviaran de inmediato.
Y no fue el único que calló en ese juego, su vecina de al lado, una chica de 17 años igual lo hizo; nunca se habían dirigido la palabra y tampoco lo harían, su destino era que se miraran esa misma tarde y se enamoraran, pero eso nunca pasó, prefirieron esperar todo un día a que le llegaran esos lentes para ser felices en vez de mirar más allá de sus narices.
Roberto recibió los lentes, estuvo un mes usándolos, podía convertirse en un cineasta, con tanta cosa que imaginaba, los colores venían de la nada, ya se había casado 3 veces, tenía mucho dinero y todos los días comía como un rey.
Pero llegó el día en que los famosos anteojos se le calleron, y plam, se rompieron, ya no quedaba nada de ellos. Buscó rápidamente la garantía, pero nada decía de ella en el papel que le dieron de boleta. Ahora nada le queda, se descubrió viviendo en un callejón, sucio y sin nadie que lo acompañara.
Se dice que trata de recordar esos momentos con sus tres esposas, dándole una rosa blanca a cada mujer que pasa por su lado, pero nadie lo puede mirar directo a los ojos, pues esos anteojos se los robó.



María Oyaneder
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Ayer mientras trataba de quedarme dormida, se me ocurrio un cuento con esos anteojos de la felicidad, no sé, me gustó cuando lo imaginé. Quizás no es lo mejor que haya escrito..en fin.
Estoy esperando una semana Bicentenario muy buena. Después de todo, no todos los días un país cumple 200 años de independencia, no?


miércoles, 1 de septiembre de 2010

La red.






"Julia, mujer de 24 años, de carácter explosivo, de pelo largo y castaño. Su hobby es cantar a la luz de la luna, canciones interpretadas por Mercedes Sosa; se siente atraída por las raíces folclóricas de su país y Latinoamérica. Le encanta pasearse por la ciudad, imaginando que todos son un montón de cachorros de bestias infernales, creía que de pronto el cerro San Cristóbal explotaría y ella se podría llevar a la virgen en un llavero de mano. También ama tomar un té caliente en una tarde de verano, mirar el atardecer desde su habitación y quedarse dormida sobre su cama hasta llegar al otro día.
Odia ver a los niños pasearse por sus techos y creer que son los dueños del mundo. No cree que habrá un futuro muy cotizado.
Cada vez que va al cementerio a ver a su abuela; que murió hace trece años, saca flores de diferentes posadas y las reparte a las personas que se encuentra en la calle.
Toca el piano, pero nunca le ha gustado sentir que sus manos crean melodías, prefiere tener esas mismas canciones en su cabeza y no compartirlas con nadie.
Le gusta ir al campo una vez por año, para no olvidarse de que de allí viene y piensa que ese es el trabajo más hermoso del mundo.
Se toma su tiempo para levantarse todas las mañanas, se lava los dientes uno por uno y no le preocupa escuchar a su despertador cada 5 minutos avisándole que ya es hora de levantarse.
Toma un desayuno grande, una leche de frutilla, jugo de naranja, tostadas con mermelada de mora y un chocolate pequeño, casi diminuto.
Sale de su casa todas las mañanas con el inútil sueño de que pronto llegará nuevamente a ella para poder ver una película, esa que siempre dan en la TV y no se la pierde nunca.
Ve pasar a las micros, le gusta andar en ellas, sentir a cada persona pegada a su cuerpo, todos forman parte de uno.
Saluda a quien quiere en la calle, y le encanta cuando la miran con cara asustada y con enojo, pero existen los desubicados que le sonríen coquetamente. Ella se aleja rápido y al dar la vuelta, coge una piedra y se la tira.
Los días de lluvia los detesta; no le gusta observar los ojos de las personas y
verse reflejada.
Tararea en el metro, canta fuerte y clara, que la observen, la envidia que corroa por sus venas. ¿O no será enojo?, cada cual ve lo que quiere ver."

Mira todo lo que ha escrito, lo lee una y otra vez, se da cuenta que la luz ya se a ido, llueve fuera, y los niños corren por su techo. Maldice por lo bajo, borra muchas cosas de todo lo recién escrito.
Se sale de la página para conocer parejas, no guardó su perfil, incluso lo borró.
Nunca nadie le creería todo lo que ella es, todos sus sueños, al parecer se excedió al describir todas sus características.

Se levanta del asiento, toma un poco de coca-cola, y piensa que es mucho mejor conocer a alguien en la calle, a que la atrape esa magnífica red.



María Oyaneder
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A sido una muy buena semana, y se viene mejor, eso espero.
Acompañada de buena música y una que otra, excelente compañía^^